VIBRACIONES

Energía de las palabras

Los científicos han comprobado que nuestro cerebro reacciona en mayor medida a las palabras negativas que a las positivas porque las primeras le presuponen cierto peligro y para nuestro cerebro

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Personas platicando / IlustraciónCréditos: Foto de Christina @ wocintechchat.com en Unsplash
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15 Mar 23 - Energía de las palabras

Desde hace muchos años hemos usado las palabras para lograr lo que deseamos o anhelamos. Como ejemplo, están los mantras, los rezos, hechizos o cantos con intenciones claras y precisas. Las palabras son un método para concretar, para traer al plano material lo que viene de nuestros pensamientos o ideas.

Los místicos o los religiosos daban importancia a este tipo de temas. Actualmente, se suman los neurocientíficos. Como ejemplo está el alemán Manfred Sptizer, que utilizó un texto en el que aparecía en diversas ocasiones la palabra viejo. Lo dio a leer a diferentes personas y tras su lectura, incluso los más jóvenes lectores caminaban despacio durante determinado tiempo.

¿Coincidencia? No lo creo. Cuando los lectores encontraban la palabra biblioteca repetida en diversas ocasiones en el texto, comenzaban a hablar muy bajito. Las palabras influyen en nosotros de manera profunda, tanto las que decimos, como las que leemos o escuchamos.

Los científicos han comprobado que nuestro cerebro reacciona en mayor medida a las palabras negativas que a las positivas porque las primeras le presuponen cierto peligro y para nuestro cerebro, la prioridad es que sobrevivamos. Las palabras son también vibraciones y sí, claro que nuestras células reaccionan a ellas.

El mejor ejemplo del efecto de las palabras en nuestras vidas es el hecho de que si escuchamos la palabra ira en repetidas ocasiones, el efecto genera que nuestra respiración se agite e incremente la frecuencia cardiaca.

Cuando las palabras nos hacen sentir felices, sucede todo lo contrario. Nuestro nivel de estrés se reduce considerablemente y somos capaces de alcanzar un mejor estado de ánimo. Te propongo estar al pendiente de tus palabras. Que estas sean positivas, llenas de amor, para que te generen oxitocina, dopamina y serotonina en todo el organismo. Y te comparto un tip: tu cuerpo no solo se relaciona con lo que sientes, sino también con lo que finges sentir. Si estás muy enojado y sonríes, tu cerebro sentirá dos energías opuestas y poco a poco disminuirá las señales de la ira hasta desaparecerla. Por eso es recomendable sonreír.

¿Qué pasaría si nos hiciéramos más conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos? Si nuestros propios padres lo decían: piensa antes de hablar. Hacernos conscientes de nuestras palabras es pensar, es crear una cierta energía, decretar.

Ojalá, vamos a ver, Dios quiera, pues ahí voy… ¿Qué te dicen estas frases? Cuando decimos poco a poco, por ejemplo, ¿Qué imagen ves cuando escuchas la palabra poco? Ahora agrégala a tu diálogo cotidiano… saldremos adelante poco a poco. Cambia el poco a poco por una expresión más fuerte, una llena de posibilidad y fuerza, como por ejemplo, paso a paso.

Equilibremos nuestro lenguaje con lo que anhelamos. Si dices necesito, es como si dijeras me hace falta o no tengo… y si lo cambiamos por quiero, el solo hecho de pronunciar esas palabras ya genera voluntad y cambia tus imágenes mentales. Otra de las expresiones que tenemos incorporada en nuestro lenguaje es el vale la pena. Aquí la palabra pena se refiere a tristeza, pesar o dolor. No. Lo que haces no vale la pena, que valga la satisfacción, la alegría, la decisión.

Te invito a reflexionar, a llevar al consciente la importancia de cada palabra que decimos. Practica una escucha activa con los que te rodean, aplaza conversaciones cuando no te sientas equilibrado, habla en positivo y con la intención de comunicar, desde el corazón. No estamos exentos de hacer un mal uso de las palabras, pero tenemos la posibilidad de estar más conscientes, de sabernos poderosos, de restaurar.

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