REFUGIADOS

Las nadadoras

Esta historia está basada en la vida real, una de esas historias que solo con escucharla se te enchina la piel, porque retrata valores como resiliencia y fortaleza

Nadadora / Ilustración
Nadadora / IlustraciónCréditos: Pixabay
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28 Feb 23 - Las nadadoras

“A partir de ahora no tienes casa, ni lugar a donde volver. Eres extranjero en todas partes”. Imagínate que, de la noche a la mañana debes abandonar tu casa, olvidar tus pertenencias, todas, incluso a tu familia y salir en la penumbra, sin destino específico, para salvar tu vida. Esto es lo que le sucede a más de 25 millones de personas en el mundo y de ellas, casi la mitad son niños y niñas.

Les llaman refugiados, migrantes y desplazados, sí, pero son seres humanos que viven la situación más complicada de su vida. No lo olvidemos frente al calor del discurso mediático o político: son personas que huyen de conflictos armados, violencia o persecuciones y se ven obligados a buscar seguridad en otro país.

Recientemente tuve la oportunidad de ver la película Las Nadadoras, una cinta inglesa dirigida por Sally El Hosaini que puedes ver en una conocida plataforma de streaming.  

Esta historia está basada en la vida real, una de esas historias que solo con escucharla se te enchina la piel, porque retrata valores como resiliencia y fortaleza, pero también porque nos muestra lo que realmente significa ser una heroína de carne y hueso.

Habla sobre un viaje milagroso que realizaron las hermanas nadadoras Yusra y Sarah Mardini, quienes huyeron de Siria, devastada por la guerra, para vivir una nueva vida en Europa. El sueño de ambas era acudir como nadadoras a los Juegos Olímpicos, pero la contienda dificultó su objetivo en la ciudad de Damasco, lo que provocó su huida como refugiadas.

Durante años, ambas compitieron para el Comité Olímpico Sirio. Yursay destacó, principalmente, ya que representó a su país hasta en tres modalidades diferentes en los Campeonatos Mundiales de Natación. Cuando la guerra las alcanzó, su hogar fue destruido y las dos, bajo el consenso familiar, decidieron abandonar su hogar en 2015. Estuvieron en Líbano y en Turquía, intentaron acceder a Grecia en un bote cuyo motor falló a mitad del Mar Egeo. Entre ambas empujaron el bote nadando y salvaron la vida de los ahí presentes.

Esta historia conmueve, deja en cada uno de sus espectadores un mensaje que conecta, que sacude. Bucea en el drama familiar y nos invita a sufrir con las protagonistas pero, sobre todo, a hermanarnos y a anhelar ese prominente futuro con ellas, a abrazar cada uno de sus logros, tanto como sus fracasos.

Sobre todo, lleva a conocer a fondo una situación que muchas veces desconocemos y a crear empatía y entendimiento hacia los refugiados, que no son otra cosa que personas, como tú y como yo, que viven circunstancias complicadas y se ven orillados a huir, a buscar otro país, otro lugar, uno que les sirva de refugio donde encuentren brazos amigos que les acojan y les den una mano.

La solidaridad no es un ideal, esta se expresa en acciones y pasos concretos. En 2021, México aprehendió a 307 mil 569 migrantes, la cifra más alta jamás registrada en el país. De ellas, 130 mil 863 solicitaron la condición de refugiados, la tercera cantidad más elevada a nivel mundial, de acuerdo con datos del organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR.

Hay todavía mucho que hacer, pero para comenzar, es vital que cada uno de nosotros cambie su mirada, que nos hermanemos con el tema, que volteemos a ver sus necesidades y temores, que estemos conscientes de su situación y busquemos la manera de apoyarlos.

Nadadora / Ilustración / Pixabay