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Hace unos meses un pequeño hospital rural del Estado de Campeche se convirtió en noticia, su nombre apareció en todos los diarios, en los medios electrónicos y en redes sociales, se trata del hospital de Hecelchakán, una población de unos 9000 habitantes, que está situada a 82 kilómetros de la Ciudad de Campeche.
La noticia que lo hizo famoso fue la implementación de un programa de atención médica, que en una de las salas cambió las camas de hospital por hamacas parra ofrecer una alternativa de convalecencia a las personas mayores y a las mujeres que acababan de dar a luz.
¿Cuál fue la causa de este cambio tan singular? ¿Por qué modificar este aspecto del sistema hospitalario? La respuesta es sencilla.
La gran mayoría de las personas que son atendidas en el hospital de Hecelchakán, están acostumbradas a dormir en hamaca y mucha de la población indígena Maya de la región, nunca ha utilizado una cama, esto se debe principalmente al clima, prueba dormir en hamaca en una zona calurosa y te vas a dar cuenta de que la frescura aumenta de manera notable.
Este programa de atención médica se probó por primera vez en 1995, por iniciativa del Dr. Roberto Campos Navarro, médico cirujano con especialidad en medicina familiar y con doctorado en antropología social.
Las hamacas que se usaron fueron de hilo de algodón, de tamaño king size, higiénicas, fácilmente lavables y económicas, la respuesta de los pacientes fue muy favorable, se sintieron más cómodos y confiados y su tiempo de recuperación en muchos casos más breve, sin embrago, no todos los padecimientos pueden ser atendidos de esta manera, el Dr. Campos Navarro ha explicado que la hamaca no es adecuada en situaciones de emergencia, ni en pacientes con operaciones grandes o problemas traumatológicos, de cualquier manera este proyecto es muy interesante porque forma parte de una visión de la medicina, que busca entender las distintas maneras que hay en nuestro país, sobre todo entre la población indígena de ver la salud y la enfermedad.
Y en el caso de las hamacas nos abre la posibilidad de valorar una alternativa de descanso, que es amable y que puede aportar beneficios importantes.
Acostarse en una hamaca genera un ritmo natural que favorece la relajación, el balanceo sincroniza la actividad cerebral y estimula el sueño.
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