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No cabe duda de que nada tan mexicano como un paisaje de campo de magueyes, uno de los rasgos que caracteriza nuestro país es sin duda su diversidad. Los mexicanos vivimos en un territorio muy variado en donde lo común es encontrar múltiples manifestaciones lingüísticas, sociales, culturales y ambientales.
Por ello es difícil encontrar elementos que de forma única puedan representar a todo ese mosaico heterogéneo que es México.
Sin embargo, el maguey de manera singular nos identifica, tanto en paisajes como tradiciones, cultura y gastronomía.
Desde tiempos remotos nuestros pueblos originarios los han honrado y les han considerado plantas sagradas dándoles nombres diversos según la cultura como metl entre los náhuatl, uadá entre los otomí, sin embrago fueron los españoles los que usaron la voz caribeña Maguey, y fue el naturalista sueco Carlos Linneo quien en 1753 les dio el nombre científico de agave, en alusión a su naturaleza admirable o noble.
Hoy los magueyes se distribuyen desde el sur de Estadios Unidos hasta el norte de Argentina, sin embrago la mayor concentración de especies se encuentra en México que además es su centro de origen, del total de las especies de agave que existen nuestro país alberga al 75% y a 119 que viven exclusivamente en este territorio.
Dentro de su género podemos encontrar una gran diversidad de formas, tamaños, colores y estrategias de vida, las cuales pueden crecer en tan diversos ambientes como valles, acantilados, dunas o picos montañosos.
Sin embargo, siempre requieren de un clima semiseco y de una constante exposición al sol, en lugares con menos de 100 días nublados al año.
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