Los fuegos artificiales resonaban en la oscuridad de la noche, mientras nos abrazábamos con la familia y los amigos en punto de las doce para desearnos un buen año. Comimos las doce uvas de rigor y brindamos ante la esperanza y expectativa de cómo sería el nuevo año 2022 en términos de salud, amor, trabajo y demás. Con esa interrogante bailamos hasta la madrugada, felices de haber sobrevivido el año en tiempos de pandemia.
Por lo general, al inicio de cada año inexorablemente enfrentamos las preguntas difíciles de la vida que, por lo general, solemos evitar: ¿A dónde voy?, ¿Quién soy?, ¿Qué quiero en mi vida?, ¿Qué he hecho con ella?, ¿En qué voy a mejorar?
Durante las épocas de crisis, dichas preguntas se vuelven más insistentes y la conciencia un poco más atenta a lo que la vida nos manda, tanto en los momentos de celebración como en los retos. Podríamos compararla con el juego de serpientes y escaleras. ¿Lo recuerdas? Lo que rige es el azar marcado por los dados, y avanzamos en las casillas ignorando lo que depara el destino; o subimos las escaleras y nos sentimos dichosos, o bien, nos toca la serpiente que nos provoca frustración.
Bien, pues podríamos decir que cada año, el juego comienza en un nuevo tablero.
Bien decía mi padre que los momentos buenos hay que buscarlos, porque los malos llegan solos. Y mientras avanzamos en el tablero subiendo escaleras, quizá no dimensionamos lo afortunados que en ese momento somos.
¿Te imaginas querido lector, querida lectora que en la vida sólo hubiera escaleras y que todo fuera fácil? Si bien se antoja ideal, me pregunto: ¿no seríamos como aquellos niños consentidos a los que se les da todo, se les otorga todo o se les permite todo y dan por un hecho que merecen las cosas sin esforzarse jamás? ¿Acaso valoraríamos a las personas, las cosas, las situaciones o los momentos bellos y nutritivos de la vida? o bien ¿Seríamos seres compasivos sensibles al dolor ajeno?
Me encanta lo que escribe Elizabeth K\u00fcbler -Ross al respecto:
"Las personas más bellas que conocemos son las que han conocido la derrota, el sufrimiento, la lucha, las pérdidas y han encontrado la salida desde las profundidades. Esas personas tienen una manera de apreciar, una sensibilidad y una comprensión de la vida que las llena de compasión, de gentileza y de una preocupación amorosa y profunda. La gente hermosa no se da así nada más".
Dios nos dé la sabiduría de vivir este año 2022 para tener la serenidad que se requiere en los descensos y la gratitud cuando nos toque subir las escaleras. ¡Feliz año!
