Una manifestación terminó en disturbios en Los Ángeles el día de ayer. Hubo migrantes detenidos, policías agredidos, y una respuesta de las autoridades estadounidenses que ya ha sido calificada como “necesaria” por voceros oficiales. La escena es vieja, pero el contexto es nuevo: Trump necesita votos, necesita miedo, necesita un enemigo. Y ahí están los migrantes, una vez más, listos para ser usados como chivo expiatorio.
En su retórica, los migrantes no son trabajadores ni padres de familia: son una amenaza. No importa que muchos hayan sido provocados o incluso reprimidos desproporcionadamente. Lo que importa es la imagen. Y esa imagen —caos, banderas extranjeras, violencia— es oro puro para la campaña republicana. Quizá a los manifestantes también les faltó prudencia. No lo sé. No tengo todos los datos a la mano.
Para México, el episodio es una trampa. Claudia Sheinbaum. Si guarda silencio, quedará como insensible ante una comunidad que, no olvidemos, ha sostenido durante años buena parte de la economía mexicana con sus remesas. Pero si protesta abiertamente, se arriesga a un choque frontal con Trump, en medio de la guerra de aranceles.
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Seguramente el gobierno mexicano optará por minimizar el hecho. Se hablará de prudencia, de cautela diplomática, de “no intervenir en procesos internos”, se cambiará de tema, se dirá que habrá una carta muy diplomática. Las manifestaciones, como diría el clásico mexicano, le han caído a Trump como “anillo al dedo”. Veremos que nos dicen mañana en Palacio Nacional.
(Héctor Zagal, profesor de la facultad de Filosofía de la Universidad Panericana, conduce en MVS 102.5 el programa de radio El Banquete del Dr. Zagal)