HÉCTOR ZAGAL

¿El Pueblo sabio se queda en casa?

Si hoy el abstencionismo se impone, será el primer descalabro político en público de Andrés Manuel López Beltrán.

En la elección judicial, algunas casillas lucieron prácticamente vacías.
En la elección judicial, algunas casillas lucieron prácticamente vacías.Créditos: Foto: Héctor Gutiérrez
Escrito en OPINIÓN el

Vivo en el sur de la Ciudad de México y, por simple curiosidad —o quizá por morbo cívico— me acerqué a tres casillas de mi rumbo. Tal parece que el pueblo bueno y sabio ha decidido quedarse en casa. Son las 11 de la mañana mientras escribo esto, y aunque el día aún no termina, el silencio en las urnas es elocuente. Además, a diferencia de otras elecciones, tardaremos unos días en conocer los resultados. La participación podría cambiar… pero no apostaría mucho por ello. Obviamente, tres casillas no son una muestra representativa del país.

En casi todas las democracias modernas, la abstención es alta. En 2024, cuando Trump regresó a la Casa Blanca, el 36% de los estadounidenses decidió no molestarse en votar. En 2018, aún cuando López Obrador arrasó, casi el 37% de los mexicanos también optó por el sofá.

Pero lo verdaderamente relevante hoy no es quién gane, sino quién logre movilizar. Porque, como en los viejos tiempos del PRI, el voto no baja del cielo: se estructura, se gestiona, se opera. El voto es de quien lo trabaja. Durante el priismo, eran los líderes sindicales, los gobernadores y los presidentes municipales quienes “motivaban” al electorado. Hoy, esa tarea recae sobre la maquinaria de Morena, que prácticamente replica la estructura del PRI de antaño.

Y aquí entra Andrés López Beltrán, el hijo. Esta elección es su bautismo de sangre. El es el general de esta gran batalla. Como secretario de organización de Morena, a él le corresponde operar la estructura territorial, movilizar a los votantes, y alimentar el padrón de afiliados. Si hoy el abstencionismo se impone, será su primer descalabro político en público. Y sus adversarios dentro del partido —que no son pocos, ni silenciosos— tendrán por fin municiones explosivas para cuestionar sus capacidades políticas. Fallar hoy sería fallarle a su padre… y hacerle un favor a Sheinbaum.

Porque en política, el vacío siempre se llena. Y el tropiezo de López Beltrán no sólo debilitaría su imagen: fortalecería el liderazgo de Claudia Sheinbaum dentro del partido. Si hoy Morena no logra llenar las urnas, no será la doctora quien pague los platos rotos, sino el hijo del presidente. Y no lo olvidemos: Sheinbaum no solo necesita ganar la presidencia, necesita también tomar el control del partido. Y nada oxigena más el liderazgo que la torpeza del rival.

La moraleja es simple: quien no moviliza, no hereda.

(Héctor Zagal es conductor del programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal” en MVS 102.5 de FM)

@hzagal