HÉCTOR ZAGAL

El maldito febrero mexicano: 1848 y 2025

El 2 de febrero de ambos años es doblemente triste para México porque se perdió la mitad del territorio ante EU y se anuncian los aranceles por parte de Trump.

El 2 de febrero es doblemente triste para México, Héctor Zagal nos explica porque.
El 2 de febrero es doblemente triste para México, Héctor Zagal nos explica porque.Créditos: Google Earth / EFE
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Hoy es un día doblemente triste para México. Por un lado, las amenazas de Trump de imponer aranceles a México son un torpedo por debajo de la línea de flotación del T-MEC, que ha sido el motor del reciente desarrollo económico de nuestro país. Solo los ingenuos y los cínicos minimizan la importancia del tratado y, por cierto, suelen llamar a boicotear a las empresas estadounidenses a través de X, Facebook e Instagram.

Y, como una coincidencia amarga, hoy se conmemora el día más triste de nuestra historia. El 2 de febrero de 1848, México firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Con él, cedió California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado, partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma. Se ratificó, además, la pérdida de Texas. Estados Unidos compensó a nuestro país con quince millones de dólares por la mitad del territorio arrebatado.

La batalla del Castillo de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847, fue el colofón de una guerra perdida de antemano. México nunca tuvo la oportunidad de vencer al invasor. Estados Unidos era militarmente superior. Para septiembre de 1847, los soldados estadounidenses controlaban, entre otras poblaciones, Los Ángeles, San Francisco y San Diego en California; Santa Fe en Nuevo México; El Paso y Chihuahua; Todos Santos, Mulegé y San José del Cabo en Baja California; Mazatlán y Culiacán en Sinaloa; Durango; Villahermosa y Frontera en Tabasco; Arizona; el área donde posteriormente se fundó Las Vegas en Nevada; Xalapa y Veracruz; Tampico en Tamaulipas; Puebla y la Ciudad de México.

Algunos bandoleros mexicanos, que asolaban la carretera entre México y Veracruz, fueron reclutados por el general Scott para colaborar con la Mexican Spy Company, que combatió a la guerrilla mexicana que defendía nuestro territorio. Y, por si fuese poco, muchos políticos, tanto conservadores como liberales, hicieron poco por defender a México. Para rematar, no pocos negociantes mexicanos vieron con benevolencia la invasión. En un país donde los ladrones robaban impunemente y los militares daban golpes de Estado, las fuerzas invasoras impusieron el orden en las ciudades ocupadas. Ojo: no justifico ese planteamiento, simplemente lo documento.

Uno de los grandes errores del gobierno español y, más tarde, del gobierno mexicano, fue tolerar (incluso propiciar) la migración estadounidense a esos lugares del norte. Aunque los mexicanos del centro y del sur eran renuentes a emigrar hacia el norte, se calcula que en los territorios perdidos vivían 100 mil mexicanos, más unos 50 mil indígenas que no estaban censados.

El tratado firmado el 2 de febrero garantizaba las propiedades de los mexicanos, muchas de las cuales procedían desde el Virreinato. Sin embargo, cuando el Senado de Estados Unidos ratificó el Tratado de Guadalupe Hidalgo poco después, eliminó en la práctica esa protección. Muchas familias mexicanas perdieron sus tierras y otras huyeron hacia México. No les faltaba razón. Años después, los mexicanos serían discriminados por su religión y color de piel en lo que alguna vez había sido su país. Sobre los pueblos originarios, mejor ni hablar. Si México también los combatió durante el siglo XIX y el Porfiriato, los estadounidenses fueron campeones del exterminio y la discriminación. Piense en la narrativa del Viejo Oeste: vaqueros contra indios.

Samuel Huntington, profesor de Harvard, conocido por su conservadurismo y exaltación de la identidad estadounidense, publicó ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense (Paidós, 2004). En el libro, argumenta que las identidades culturales son sólidas y, en muchos casos, antagónicas. Apunta al Islam como enemigo de Occidente y a la migración mexicana como un reto para la identidad de Estados Unidos. Este sentimiento antimexicano no debería sorprendernos. El recelo de Huntington hacia la migración mexicana tiene un trasfondo histórico. Muchos migrantes mexicanos se asientan en territorios estadounidenses que alguna vez pertenecieron a nuestro país. Los Ángeles es una de las ciudades con más mexicanos en el mundo. Ironías de la historia: México perdió casi la mitad de su territorio en la guerra de 1846-1848 y, con el tiempo, esos territorios han sido repoblados por mexicanos.

Parecería que Trump no quiere repetir la historia mexicana: permitir que los migrantes dominen los territorios del norte, como alguna vez sucedió con los estadounidenses que entraron a Texas. (Dicho sea de paso, la mayoría de ellos eran migrantes indocumentados).

La guerra de 1846-1848 marcó el modo en que muchos estadounidenses miran a México: un país corrupto, desorganizado, pobre e inseguro.

Pero hay una gran diferencia entre lo que sucedió en 1848 y lo que ocurre en 2025. Desde el punto de vista electoral, la guerra de 1846-1848 no fue rentable políticamente para los gobernantes mexicanos. En cambio, las agresiones de Trump contra México tendrán una enorme rentabilidad política para el gobierno de Sheinbaum. Se acercan tiempos difíciles para la economía mexicana. En el mejor de los casos, entraremos en un impasse. Mientras el tema no se resuelva, muchos inversionistas pondrán en pausa sus planes. El 2025 será un año perdido para la economía mexicana.

Sin embargo, el electorado no culpará a Sheinbaum de la desaceleración económica y de la inflación. La culpa será de Trump. Por paradójico que parezca, el enfrentamiento con Trump puede generar una enorme rentabilidad política para Sheinbaum y Morena. Trump, violento y brutal, es, desde el punto de vista de la narrativa nacionalista, el adversario ideal. Lo peor es que Trump llegó por voto directo e indirecto. Su segunda elección es incuestionable. El pueblo de Estados Unidos habló y la mayoría lo apoyó. Trump es un demagogo y un racista, pero un gobernante elegido democráticamente. México no podría cuestionar su legitimidad ni la de sus decisiones.

Mal haríamos los mexicanos en olvidar la autocrítica. ¿Por qué tantos mexicanos migran a Estados Unidos? ¿Cómo es que las armas que, cínicamente (pero legalmente), venden los comerciantes estadounidenses cruzan la frontera mexicana? La complicidad de autoridades estadounidenses en la venta de drogas ilegales en su país es innegable, pero, ¿no habrá también complicidades mexicanas?

(Héctor Zagal y Oscar Sakaguchi, coautores de este articulo, conducen el programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal en MVS 102.5)