OPINIÓN HÉCTOR ZAGAL

La triste historia del Batallón de San Patricio

Antonio López de Santa Anna reclutó solados irlandeses, que abandonaron el ejército estadounidense, para pelear por la causa mexicana.

México perdió 40% de su territorio en la guerra con Estados Unidos.
México perdió 40% de su territorio en la guerra con Estados Unidos.Créditos: Canva
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Septiembre es un mes agridulce en México. Por un lado, el 16 de septiembre se celebra el inicio de nuestra independencia y el 28, la consumación. Pero, por mucho que nos duela, no debemos olvidar que el día 15 de septiembre de 1847, la bandera de EUA ondeaba en el Palacio Nacional

La guerra entre México y Estados Unidos de 1846 a 1848 dejó una huella imborrable en nuestro país. México perdió el 40% de su territorio. Se estima que alrededor de 4 mil civiles mexicanos murieron y 25 mil soldados nacionales fallecieron o resultaron heridos. En el seno de esta invasión, se sitúa la historia del Batallón de San Patricio. 

Las relaciones entre México y Estados Unidos se habían tornado especialmente tensas hacía 1845, cuando la República de Texas se incorporó a nuestro vecino. A ello, súmenle que Estados Unidos quería expandirse hacia el sur para dar forma a varios proyectos que tenía en mente. A nadie le extrañó que el 13 de mayo de 1846, el presidente estadounidense James K. Polk le declarara la guerra a México. 

La conformación del ejército estadounidense era peculiar. Apenas hacía un año, en 1845, una gran plaga había asolado los cultivos de papa en Irlanda.  Para no morir de hambre, muchos de sus habitantes emigraron a Estados Unidos. Sin embargo, no siempre fueron bien recibidos. Se les discriminaba, sobre todo, por ser católicos. Como se imaginarán, en esas condiciones no era fácil conseguir un trabajo. En tales condiciones, enrolarse en el ejército parecía buena opción: a algunos les ofrecían meses de pago por adelantado, y a otros, hasta tierras gratis. 

Muchos irlandeses se unieron al ejército, pero, así como llegaron, se fueron. El maltrato que recibían era constante. Los demás soldados los llamaban “potato heads” (“cabezas de papa”) y los castigos de sus superiores solían ser más severos con ellos que con el resto de la tropa. Además, antes de que comenzara la guerra con México, algunos estadounidenses intentaron provocar a sus vecinos profanando iglesias católicas en Texas. Esto, claro, no le gustó para nada a los irlandeses. 

John Riley, a quien algunos consideran como el fundador del Batallón de San Patricio, fue parte de estos soldados que abandonaron el ejército norteamericano. De hecho, desertó y se unió al mexicano antes de que comenzara la guerra. 

México aprovechó el descontento de los soldados católicos en Estados Unidos y comenzó a repartir panfletos escritos en diferentes idiomas. En ellos se les invitaba a reflexionar por los motivos que llevaban a Estados Unidos invadir México. De paso, se les ofrecían buenas condiciones si se unían al ejército mexicano. Algunos se convencieron.

En octubre de 1846 ya había aproximadamente 100 soldados desertores en filas mexicanas. Santa Anna decidió formar dos compañías de guerra con ellos. De éstas nació el Batallón de San Patricio, que en su mayoría estaba conformado por soldados irlandeses, aunque también contaba con soldados estadounidenses, alemanes y de otros países. 

Aun cuando era un grupo pequeño, Santa Anna les permitió tener su bandera. La del Batallón era verde, tenía por lado la figura de San Patricio, santo que llevó el catolicismo a Irlanda, y por el otro, un arpa dorada y el lema “Ering Go Bragh” que significa “Irlanda para siempre”. 

El Batallón destacó en la Batalla de Buena Vista, en febrero de 1847, donde el general mexicano Francisco Mejía se refirió a los valientes sanpatricios como “dignos de elogios”. Lamentablemente, en la Batalla Churubusco, a finales de agosto de ese mismo año, el ejército mexicano fue derrotado y los sanpatricios que no murieron luchando, fueron apresados por los yanquis.

Gobierno de México

Los sanpatricios fueron juzgados y declarados culpables. El castigo para un traidor era la horca. Dieciséis soldados fueron colgados en San Ángel, frente al templo de San Jacinto, el 9 de septiembre de 1847; cuatro al día siguiente, en el pueblo Mixcoac, y el resto, el 13 de septiembre, cerca del Castillo de Chapultepec, en una ubicación específica para que los soldados traidores pudieran ver, antes de morir, la bandera estadounidense izada en la asta bandera del Castillo. A la mayoría de ellos se les enterró en el atrio de la iglesia de Tlacopac, por el rumbo de San Ángel

Se sabe que quince soldados, entre ellos John Reley, no fueron colgados, pues habían desertado del ejército estadounidense antes de que comenzara la guerra. Para ellos el castigo fue ser marcados con una “D” en la mejilla derecha y 50 latigazos. Además, estuvieron en prisión hasta que los estadounidenses se marcharon de México.

John Reley dejó las filas del ejército en 1850 y se fue a Veracruz. Allí murió y fue sepultado bajo el nombre de “Juan Reley”, con el que se había alistado en el ejército mexicano. Algunos soldados regresaron a Irlanda y otros se quedaron en el país. 

Hay varios lugares que conmemoran a este batallón en el país. Aquí en la CDMX, si van a la Plaza de San Jacinto, en San Ángel, encontrarán la placa conmemorativa en el lugar donde fueron ejecutados. En ella se lee:

“En memoria de los soldados irlandeses del Heroico Batallón de San Patricio mártires que dieron su vida por la causa de México durante la injusta invasión norteamericana de 1847”. 

Ojalá este 15 de septiembre, durante la ceremonia del grito en Palacio Nacional, se recuerde al Batallón de San Patricio.

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal

(Oscar Sakaguchi y Héctor Zagal son co-conductores del programa de radio “El Banquete del Dr. Zagal" en MVS FM 102.5)