OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

‘Portraits’: Cuadros de fantasías por Birdy

A través de 11 canciones, la artista nos presenta historias melancólicas de amores perdidos, llenos de luz por la fantasía de nuevos comienzos.

Birdy lanza su quinto álbum de estudio.
Birdy lanza su quinto álbum de estudio.Créditos: Facebook Birdy
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El cuadro de un recuerdo. Cuando recreas en palabras o trazos el rostro de un momento ya lejano, destacas aquello que vale la pena, los atisbos de luz o incluso las sombras de dolor. Queda impregnado en el papel una fantasía que no volverá, o que nunca pasó. Puedes cambiar alguna pincelada, pero no el tiempo. ¿Qué ven tus ojos, tu corazón?

Jasmine Lucilla Elizabeth Jennifer van den Bogaerde, mejor conocida como Birdy, nos trae su quinto álbum de estudio “Portraits”, en el que, a través de 11 canciones, nos presenta historias melancólicas de amores perdidos, llenos de luz por la fantasía de nuevos comienzos.

En “Paradise Calling”, el sintetizador emite láseres de energía, que nos lleva al inicio de una nueva aventura. Birdy corre con el beat al llamado de un paraíso nuevo, en el que ha decidido creer: un futuro más brillante quizá, no lo sabe, sólo se deja llevar por este éxtasis.

Por otro lado, en “Raincatchers”, Birdy canta a su niña interior, cuyo rostro entristece y se difumina con el paso de los años. Los violines y tambores (a la “Cloudbusting” de Kate Bush) llaman a Birdy a una travesía por encontrarse de nuevo. Su voz llora, entre los lamentos de viento y lluvia que la envuelven por completo, como niebla resplandeciente. Toma su mano, encuentra ese niño, ese tiempo; abrázalo, llena de luz su camino, nuestro futuro.

Un amor de fantasía, que sólo en sueños fue real. Ahora, en “Heartbreaker”, Birdy cae en cuenta de que sus esfuerzos no fueron suficientes. El beat resquebraja su corazón. Birdy reclama a gritos a quien la rompió, pero al mismo tiempo se regala caricias vocales: “Las ilusiones sólo duran un tiempo”.

Birdy se deja envolver por la penumbra de sentirse invisible en “I Wish I Was A Shooting Star”. Se quema en sus tristezas, hasta que sale disparada como una estrella fugaz: deja que la admiren brillante, mientras se consume en dolor. Deja a su paso una estela de voz, infinita y brillante, hasta desvanecerse en el vacío. Pasa, como todas las noches malas. Pasa, como el silencio. Pasa, otra estrella en el firmamento.

Birdy narra dos lados de una misma historia de separación en “Ruins I y II”. Primero, deja que se marche su amado; que las ruinas desoladas sean recordatorio de las bombas que destruyeron su corazón; sólo se escuchan los banshees desde este páramo yermo. Sin embargo, las venas de piedra vuelven a latir. Retumban las paredes, como tambores ahogados, que buscan encajar de nuevo, en el monumento, en el retrato de un amor renovado; un amor renovado en oro.

Por último, Birdy se despide con “Tears Don’t Fall”. Su voz tiembla mientras recuerda aquel último baile con su amado. El sintetizador ochentero pinta de colores melancolía y neón las sonrisas de este retrato deslavado en la memoria. Pero esta despedida es con amor, sin resentimientos; sólo lágrimas estáticas que no pasarán de las mejillas, porque seguirán bailando por siempre, en otro tiempo, en miles de retratos.