OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

'The Age of Pleasure': El placer de sentir tu cuerpo

Janelle Monáe regresa con su cuarto álbum de estudio, “The Age of Pleasure”, en el que, a través de 14 canciones, nos lleva de la mano por una orgía sónica de afrobeats vaporosos.

Janelle Monáe regresa con su cuarto álbum de estudio, “The Age of Pleasure”.
Janelle Monáe regresa con su cuarto álbum de estudio, “The Age of Pleasure”. Créditos: Captura de video.
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Trompetas y ritmos caribeños anuncian la entrada de una renovada Janelle Monáe. Tras más de 10 años en la industria del espectáculo, entre películas, música y novelas, Janelle por fin se siente libre en su propio cuerpo e identidad queer. Ya no camina, flota sobre la arena ardiente. Llega como una emisaria del placer; busca adeptos dispuestos a tocarse y encontrarse; busca comunión carnal y espiritual, donde la ropa sobra.

Janelle Monáe regresa con su cuarto álbum de estudio, “The Age of Pleasure”, en el que, a través de 14 canciones, nos lleva de la mano por una orgía sónica de afrobeats vaporosos, que enmarcan la fiesta perenne de la libertad del cuerpo. 

“Estoy mirando mil versiones de mí, y todas están buenísimas”, declara Janelle frente a un espejo infinito en “Phenomenal”. Se ha enamorado de ella misma, lo cual infecta a todas las personas a su alrededor. Junto a la rapera Doechii, invita a sus amigas a adorarse, como lo que son, obras de arte, de barro negro, lustroso y brillante. 

El sudor recorre su piel morena, la respiración se agita, mientras las caderas se menean al ritmo reggae de “Lipstick Lover”. Janelle enciende el calor del verano; seduce a cada invitado en esta fiesta de alberca, con murmullos al oído, toques clandestinos y besos sabor sandía. El pudor quedó en la puerta; desnuda a cada invitado; todos los cuerpos son bienvenidos al latido colectivo del placer de la noche.

En “The Rush”, Janelle se rinde ante el aliento de sus amigas, Nia Long y Amaarae. En esta orgía de desconocidos, las almas se conectan con la energía de la piel; se encuentran tras años, quizá siglos, de desaparecer entre las nieblas inquisitivas de El Otro. Un tambor late, como la sangre que inflama los labios y la boca de Janelle, al punto de explotar en lluvia, en aguacero, en cascada.

“Si pudiera hacerme el amor en este momento, lo haría”, se seduce Janelle en “Water Slide”. Sabe que no necesita a nadie más para entregarse al éxtasis de sentirse, sin embargo, en compañía siempre es mejor, ¿no? Voces gimen e incitan a Janelle a seguir cada caricia, al ritmo de marea, de una ola que va y viene, va y viene, viene, viene y viene…

Janelle no pide dinero ni algún tesoro mundano, sólo pide tu placer y tu tiempo; quiere sentir que has logrado la comunión con ella, con todos. En “Paid In Pleasure”, el ritmo se agita con las condiciones de Janelle, mientras las trompetas ahogadas del fondo esperan por su segundo round. Olvida lo superficial, sé honesto y regala lo más valioso que tienes, tiempo. Créeme, será bien recompensado.

Janelle Monáe declara al placer como su propio manifiesto contra la opresión, como una doctrina libertaria ante el yugo del prejuicio y el pudor. El placer como una forma de protesta. Pues, aún en tiempos de crisis, de lucha, de guerra, siempre hay un momento para disfrutar del roce de unos labios, de una caricia por las piernas, del meneo sincronizado de las caderas, del clímax divino del orgasmo.