OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

'Ella baila sola': El ascenso del corrido tumbado

El corrido es una tradición mexicana que se remonta a tiempos de la Revolución.

Cantante de corridos, Peso Pluma.
Cantante de corridos, Peso Pluma. Créditos: IG Peso Pluma
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Hace cuatro años, Natanael Cano irrumpió la escena musical con su álbum “Corridos Tumbados”, un manifiesto de su nueva forma de expresión musical dentro del regional mexicano. Acompañado de otros referentes de la escena, como Junior H, Dan Sánchez y Nueva Era, mezcló el sonido mexicano de guitarras, guitarrones y requintos, con el hip hop y gangsta rap, para expresar historias de la calles, de jóvenes “tumbados”.

El corrido es una tradición mexicana que se remonta a tiempos de la Revolución, cuando el pueblo cantaba las glorias y tragedias de hombres y mujeres valientes que pelearon por algo más grande que ellos. Más tarde, Los Tigres del Norte revolucionarían el género con narraciones prohibidas de capos que batallaron a sangre y plomo por una vida de dinero, cuyo desenlace siempre podremos imaginar en un agujero, de tierra o de concreto. Ahora, las nuevas generaciones recitan sus vidas, en un ambiente lleno de violencia y drogas. No se puede culpar a quien dispara por dinero, cuando la Muerte fundó México como su legítimo hogar.

A diferencia de la banda, el norteño e incluso los corridos alterados, este nuevo subgénero usa principalmente cuatro instrumentos: guitarra, requinto, bajo y trompeta. La caja de ritmos del trap sobra, porque la voz marca el beat con ráfagas de barras. Sin bombos ni tambores, las cuerdas del tololoche retumban metrallas. Mientras que el requinto mancha de melodías melancólicas las historias que siempre terminan en tragedia: son el eco de un destino inevitable, marcado con sangre de trabajo y muerte. Recuerda que siguen cantando para el patrón.

A pesar del lujo despampanante, de camionetas AMG, ropa Gucci, joyas Tiffany y droga pura, el dolor de la pérdida se escucha entre líneas codificadas en oro, adornadas por el brillo del trémolo y punteos de cuerda, que añoran la vida tranquila en un rancho escondido entre la sierra. Muchos de estos jóvenes artistas crecieron rodeados por la violencia de su entorno, ya sea en un pueblo tomado por el narco o en zonas precarias de las grandes urbes fronterizas de Estados Unidos, donde la comunidad negra es hermana de la hispana; donde ambas comparten las mismas historias de superación y liberación a través de la música. Imagina por un momento, ¿si vivieras al día, con el miedo latente de una bala perdida, no quisieras que alguien lo narrara por ti? ¿Que te muestre aunque sea un atisbo del buen vivir?

Los nuevos cantantes de corridos, ya no usan sombrero ni traje, llevan pantalones holgados, playeras oversized, chalecos antibalas, tatuajes en el cuello y tusi en el bolsillo. Si bien su música llevará siempre la estampa nacional, su producto está diseñado para el mercado internacional. Un outfit que los adolescentes europeos “mafiosos-wannabe” reconocerán, imitarán… y comprarán. Es más fácil encontrar una gorra New Era en Alemania, que una tejana.

¿Cuánto tiempo durará el corrido tumbado? Depende de cuánto tarde el pop en engullirlo. Podrá criticarse del subgénero un sin fin de aspectos ideológicos, estéticos y mercadológicos, pero, al igual que toda la música regional mexicana, es auténtico, es real. Falta mucho para que un sintetizador pueda emular el sentir de un requinto y la fuerza de una tuba. “Ella baila sola” dejará los tops inevitablemente, pero logró que el mundo sintiera por un momento una verdadera borrachera estilo Jalisco. Estemos atentos, nada sale de manera espontánea. En un mundo globalizado, las fusiones y posibilidades son casi infinitas. Ya veremos qué nos traerá la próxima generación.

Luis Antonio Durán Álvarez.