MÚSICA

'So Much (For) Stardust': volver por una oportunidad

Fall Out Boy presenta su octavo álbum de estudio con el que engloba un naufragio mental y un sentido inspirador.

La banda estadounidense se presentó en el festival de música Rock in Rio en septiembre de 2022.
La banda estadounidense se presentó en el festival de música Rock in Rio en septiembre de 2022.Créditos: EFE
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Hace 20 años el mundo no parecía tan trágico, o quizá no reconocíamos el dolor que lo atravesaba. Cada paso lleva a una nueva enseñanza, que a veces termina en un sinsentido de la vida misma ¿Qué hacer con el dolor tras un apocalipsis? Mandar amor desde el otro lado, “Love From The Other Side”. Fall Out Boy pisa con la fuerza de sus guitarras ese mal sabor; regresa el tiempo y abre otro camino, otra posibilidad, de lo que pudo ser su futuro musical.

Fall Out Boy vuelve con su octavo álbum de estudio “So Much (For) Stardust”, el cual, en propias palabras del vocalista Patrick Stump, no es un regreso a su antiguo sonido; explica que intentaron imaginar cómo hubiera sonado la banda si no hubieran tomado ese descanso de 2008, tras su disco “Folie à Deux”. Aunque definitivamente suena a finales de los 00’, en tantos años han aprendido y vivido demasiado, lo cual deja marca en sus letras y sensibilidad.

En “Hold Me Like a Grudge”, Pete Wentz pone a bailar su bajo con la batería de Andy Hurley. Patrick se da cuenta que los años no han pasado en vano, el enojo es menor al de su adolescencia, porque ahora la depresión y decepción ronda cada rincón. Sin embargo, se aferra a ellas como sus impulsores creativos; les aplaude porque sin ellas no sería divertido hacer música con sus amigos.

El mundo golpea fuerte, todos los días. El nihilismo, suponer que la vida carece de sentido, se convierte en una filosofía cada vez más placentera. En “The Pink Seashell”, Fall Out Boy retoma el discurso de Ethan Hawke, en la película “Reality Bites”, para expresar ese sentimiento de desolación. Sin embargo, lo musicalizan para darle un sentido inspirador, porque sin ese “gran significado”, cada pequeño detalle, como una concha de mar varada en la inmensidad de la arena, hace que la vida valga la pena.

Los padres guían y calman a sus hijos, pero quién ayuda a los adultos. Conforme las pérdidas se hacen más grandes, la nostalgia pesa más, como si cada paso aventara una piedra a ese saco. En “The Kintsugi Kid”, la banda quisiera volver a ese tiempo en que no sentían nada; cantan una tonada pegajosa para quitarse una lágrima prófuga a la guitarra melancólica. El sentimiento emo no desapareció, se transformó, ahora sólo busca un abrazo, un consuelo.

Con un tono aparentemente alegre, en “What a Time To Be Alive”, la banda nos pone en primera fila del naufragio mundial. Se burla de la nostalgia pre-pandemia, y celebra que siguen vivos. Las llamas que los rodean no las sienten, porque siempre les faltó serotonina en sus cerebros. Trompetas y guitarras avivan el fuego del baile. Si de todas formas todo se va al demonio, ¿por qué no disfrutar esta gran fiesta medio-viva agarrados de la mano?

Por último, un violín enmarca la mente cansada y desecha de Patrick. En “So Much (For) Stardust”, la voz de Stump se entrelaza con la batería sincopada; lamenta que todo se haya perdido, en… quién sabe qué; su voz replicada lo atormenta, hasta quedar callada por un coro de demonios mentales ¿Por qué cosa cambiarías el dolor? Por nada. Este álbum sólo fue una de tantas posibilidades. A pesar de los altibajos y sólo unas migajas de estrellas, Fall Out Boy no estaría aquí, no seguiría aquí.