OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

'A Reckoning': El recuento de rabia e ira de Kimbra

Después de 5 años de espera, la cantante vuelve con su cuarto álbum de estudio.

El nuevo material de Kimbra.
El nuevo material de Kimbra.Créditos: Instagram: @kimbramusic
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“A Reckoning”, un recuento de sentimientos pasados, actuales y venideros que conviven dentro de la misma mente, del mismo cuerpo. Rabia, frustración, tristeza y felicidad, llenan tanto el corazón que deben salir de alguna forma, ya sea para destruir o crear un camino, una salida hacia la libertad.

Tras cinco años de espera, Kimbra vuelve con su cuarto álbum de estudio, “A Reckoning”, en el que a través de 10 canciones abre su cuerpo al mundo para compartir la fuerza de prevalecer a quienes lo necesiten.

De tal forma inicia con “save me”, un canto rodeado por viento en el que se pide a sí misma una mano amiga para romper el capullo de piedra en el que ha estado encerrada por tanto tiempo. Con un piano ahogado, Kimbra poco a poco sale del foso y es recibida por más voces de su pasado y presente, que la acompañarán en las siguientes batallas.

Sin aviso, nos enfrenta al golpe de “replay!”. Con gritos electrónicos y beats profundos, Kimbra saca el enojo de un ciclo vicioso lleno de imágenes del pasado que la atormentan, que la frustran. Versos suaves se enfrentan a alaridos pasmados, que se plasman en pantallas de celular. Una batalla que se intensifica con golpes techno y patadas de drum machines, hasta culminar en un grito apagado.

Instagram: @kimbramusic????

Por otro lado, en “gun”, Kimbra toma toda esa ira para recobrar su confianza y pisar fuerte hacia adelante. Ella muestra que una mujer tiene todo el derecho de enojarse, pero sobre todo, de crear y transformarse con esa rabia. No es histérica, es poderosa. Su voz se raspa mientras la música retumba como granada. Se ha ganado todo el derecho a explotar su enojo y prevalecer.

Sin embargo, Kimbra también reflexiona sobre el pasado que la abandonó, sobre qué cambió y dónde la dejó. En “the way we were”, la música se bambolea con aplausos y hooks como de trombones electrónicos, mientras la neozelandesa busca un poco de luz sobre qué falló, cuál fue el punto de no retorno; palabras que se replican en coros sobrepuestos, como fantasmas que se expanden desde y hacia el pasado.

En este recuento también hay espacio para el amor. En “new habit”, ella expresa la felicidad de hacerse adicta a una nueva persona. Kimbra toma beats de los trends actuales, pero les da su propio toque con glitches que descuadran tiempo y explosiones sonoras que alzan sus frustraciones de amor.

¿Y el futuro? En “foolish thinking”, Kimbra comparte las cartas que le escribe a su futura hija; en ellas narra las lecciones que aprende cada día para, en algún momento, enseñarle cómo sobrevivió las batallas de la vida. Con un piano que asemeja los primeros pasos de un bebé, Kimbra murmura su dolor; el ambiente se llena de polvo y el aire se convierte en cemento. El dolor nunca se va, sin embargo, de la adversidad nace su amor más puro.

Kimbra nació del abrupto éxito de “Somebody that I used to know”, pero a diferencia de Gotye, ha sabido reinventarse y crear su propio estilo. En más de 10 años, ha caminado hacia la libertad. Ahora, como una artista independiente, se muestra tal cual es; comparte su propio mundo a quien lo necesite, ya sea para sanar, gritar, consolar o prevalecer.