OPINIÓN JEZIRET GALLARDO

¿Qué está pasando en Irak? Perfil del país, el Movimiento Sadrista y la situación política actual

La situación política en Irak es muy inestable y se encuentra estancada, para entender los motivos hay que saber un poco lo que lo rodea.

Muqtada al-Sadr
Muqtada al-Sadr Créditos: EFE
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Desde hace unos meses, Irak y el Movimiento Sadrista han tenido una mayor aparición en los medios y, hace apenas una semana, las noticias hablaban de muertos en un enfrentamiento en Bagdad, la capital de Irak. Hoy les cuento qué es este movimiento y cuál es más o menos la situación política actual, pero no sin antes dar un contexto sobre este país del Medio Oriente.

Irak, al igual que varios países de la región, estuvo bajo Mandato Británico y obtuvo su independencia en el año de 1932. Se trata de un país musulmán con mayoría chiita que comparte territorio con grupos étnicos como los kurdos y los asirios, mismos que se reusaron por largo tiempo a ser parte de un mismo proyecto nacional y han luchado por su autonomía.

Pese a haber una gran cantidad de población chiita, durante la mayor parte de la historia de Irak, han sido los sunitas quienes han estado en el poder, cuestión que cambió apenas en la década de los 2000. Estas características poblacionales y las distintas facciones religiosas que se disputan el poder, han sido causa de conflicto en el país hasta la actualidad.

 

Otra característica importante de Irak es que se trata de un país petrolero, sus reservas de crudo al año 2021 lo posicionan en el cuarto lugar mundial, solo después de Venezuela, Arabia Saudita e Irán. Además, es el único país capaz de hacer un contrapeso a Irán en su intento de dominar la región; por tanto, es un país con una gran relevancia estratégica, pero que gobernarlo ha sido un enorme reto.

El líder más famoso de Irak hasta la invasión estadounidense fue Saddam Hussein, quien participó en dos golpes de Estado hasta que finalmente llegó al poder en 1979 y permaneció en la presidencia hasta el año 2003. No obstante, para mantenerse en el poder, capturó, torturó y ejecutó a sus enemigos, hizo demostraciones públicas de poder y reprimió de manera violenta a la población civil.

Hussein fue quien comenzó en 1980 una guerra de ocho años contra su principal rival: Irán. En dicha guerra apoyada por Estados Unidos, Kuwait y Arabia Saudita –pues dichos países tenían miedo de que Irán se convirtiese en el país dominante de la región— hubo alrededor de un millón de muertos; aunque el apoyo brindado por Kuwait no impidió que en 1990 Irak invadiera su territorio intentando buscar una salida al mar. Estados Unidos intervino en esta cuestión y obligó a Irak a retirarse de Kuwait. Años más tarde, en 2003, Estados Unidos (junto con otros países occidentales) interviene una vez más en la región e inicia con ello la Segunda Guerra del Golfo Pérsico con la que derroca el régimen de Hussein y lo llevan ante la justicia por sus crímenes de guerra; en 2006 fue ejecutado.

 

Durante la invasión estadounidense (y su coalición) a Irak y el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein, surgieron nuevos líderes insurgentes que confrontaron a los invasores, el principal fue Muqtada al-Sadr quien, tras la guerra, comenzó a involucrarse en la política. Su influencia fue creciendo tanto que, tras la retirada de Estados Unidos en 2011, al-Sadr se convirtió en el único verdadero poder del país.

Por tanto, el Movimiento Sadrista es el nombre que recibe uno de los partidos políticos iraquíes conformado por árabes musulmanes de la corriente chiita y cuyo líder es, precisamente, Muqtada al-Sadr; una de sus principales características es su postura nacionalista que aboga por la soberanía del país y, por tanto, su oposición a que Irán influya en la política de Irak. La popularidad del partido también se debe a las labores sociales que éste lleva a cabo entre la población más vulnerable, es decir, es un partido populista, lo que le ha permitido unir a distintas facciones religiosas y, por supuesto, obtener una cantidad considerable de espacios en el parlamento iraquí.

De hecho, el conflicto se avivó tras las elecciones de 2021 cuando el Movimiento Sadrista se convirtió en la primera fuerza del país al conseguir 73 de los 329 asientos en el Parlamento iraquí, pero no solo eso, sino que intentó hacer una alianza con los árabes y kurdos de la corriente suní para conformar un gobierno, cuestión que no le gustó al bloque de partidos políticos proiraníes.

Ante varios intentos frustrados de al-Sadr por conformar un gobierno, el clérigo pidió en junio de este año a sus 73 ocupantes del Parlamento que renunciaran a sus puestos, estrategia que no resultó como esperaba pues la coalición conformada por los partidos respaldados por Irán simplemente ocupó los puestos e hicieron su propia propuesta para ocupar los cargos del Ejecutivo.

El siguiente movimiento Sadrista fue en julio, cientos de simpatizantes del popular clérigo chiita irrumpieron en el Parlamento dos veces en una misma semana para demostrar su inconformidad con la propuesta de colocar a Mohammed al-Sudani como primer ministro.

Finalmente, la semana pasada, al-Sadr anunció que “renunciaba a la política de forma definitiva” lo cual desató el caos en Bagdad, incluida la llamada Zona Verde de Bagdad, es decir, la zona supuestamente más segura de la capital, donde se localizan la mayor parte de los edificios de gobiernos nacionales, así como la embajada estadounidense.

 

Se cree que el propósito del anuncio de al-Sadr fue demostrar que el gobierno es débil sin su presencia y, de hecho, este anuncio fue el que propició que hace una semana las noticias informaran sobre al menos una decena de muertos en Bagdad, ya que sus simpatizantes salieron a las calles donde se enfrentaron con fuerzas de seguridad y con milicias simpatizantes de la oposición.  Como respuesta, al-Sadr anunció una huelga de hambre que finalizaría hasta que cesara la violencia y pidió a sus seguidores que se retirasen de la Zona Verde.

En resumen, la situación política en Irak es muy inestable y se encuentra estancada. Al ser el Parlamento iraquí el órgano que elige al presidente y al primer ministro, las esperanzas de conformar un gobierno estable son cada vez más lejanas. La principal dificultad es la fragmentada visión entre los distintos grupos chiitas, en donde uno de los bloques está en contra de la injerencia de Irán en los asuntos políticos de Irak, mientras que el otro es afín a Teherán. Por ahora, el máximo tribunal iraquí explica que no puede disolver el Parlamento como exige al-Sadr.

Jeziret Gallardo

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