OPINIÓN PAMELA CERDEIRA

Nuestro Isaac Hernández

Tercera llamada se oía en la explanada, tercera llamada. A pesar de las siete terceras llamadas, la gente no se sentía apurada. ¿Fueron todos a ver ballet? 

Isaac Hernández se presentó este fin de semana en el Auditorio Nacional.
Isaac Hernández se presentó este fin de semana en el Auditorio Nacional. Créditos: Captura de pantalla/ @chapulo7
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El éxito de un evento en el Auditorio Nacional puede medirse en el número de revendedores y coches que rodean el lugar. La noche del 6 de agosto, caminar era la mejor manera para llegar a tiempo. ¿Le faltan boletos? ¿Le sobran? Desde el Monumento a los Desaparecidos ya estaban los verdaderos dueños de las entradas, los marchantes del Gran Bazar de los boletos, el brazo “oculto” y más eficiente de Ticketmonster (sic). El boleto advertía que la puerta se cerraría a las 20:15, sin embargo, la larga fila solo para entrar al Auditorio hacía que esto se antojara imposible. Tercera llamada se oía en la explanada, tercera llamada. A pesar de las siete terceras llamadas, la gente no se sentía apurada, había buen ánimo y esperaban pacientemente a que les permitieran entrar, por primera vez, las bolsas no fueron revisadas. Finalmente logramos entrar, como las otras nueve mil novecientas noventa y nueve personas que se dieron cita para ver Despertares. En medio de una crisis económica, en el incidido del descenso de una quinta ola de COVID, con una inflación arriba del 8% y boletos de hasta cuatro mil y cacho pesos, no cabía una sola persona más en el Auditorio Nacional. ¿Fueron todos a ver ballet? 

Se abrió el telón y salió Isaac Hernández, solo Isaac Hernández. La gente aplaudía pero también se alcanzaba a escuchar un grito, no era de los ídolos pop y a la vez sí. En el México convulso, el México del narco, en el México que nos tragamos el cuento de que repudiamos el éxito ajeno, en el México machista, el país fue rescatado por más de dos horas por un bailarín de ballet, su bailarín de ballet.

No odiamos el éxito ajeno, celebramos que Isaac triunfe en una disciplina de la que entendemos poco, que los hermanos que empezaron un sueño en el patio de su casa en Jalisco, regresen a México para presentarnos a sus amigos, y con ello unos cuantos minutos de los y las mejores del en distintos géneros de la danza. 

Sin despliegue tecnológico, ni escenografía alguna salvo por una pequeña sala en uno de los números, un tablón de tap y una tarima para los músicos, nada más. El escenario lo llenaban los cuerpos y su talento.

“Otra, otra”, eso se escucha en los mejores eventos en los que el público espera otra canción, aquí no gritaban, simplemente el público no se iba. El telón volvió a abrirse tres veces más después de la despedida, de las flores. Con algunos ramos esperando en el piso, las y los bailarines regresaban a hacer lo suyo, y los espectadores éramos testigos de una fiesta, una reunión de amigos en la que cada quien pasa al centro para demostrar por unos segundos lo que mejor sabe hacer. “Uooooo” y el aplauso, ese era el grito que seguía a un salto, una pirouette, un paso acrobático, lo que fuera.

La pandemia nos enseñó que ante el hueco de la incertidumbre siempre nos salva el arte. Ahí estaban los libros y las películas, la música, los cantantes de balcón, y hasta los karaokes en línea y por qué no, los bailes familiares en TikTok. En el programa firmado por Isaac dice “No puedo estar más satisfecho de ver cómo el interés y apreciación por el ballet y la danza es sus distintas vertientes creció en el público como nunca antes en nuestro país gracias a Despertares”, y tiene toda la razón.

Isaac y Esteban nos enseñan cómo los sueños más ambiciosos pueden empezar en el patio de una casa. A este país que sufre de tantos lados, me queda claro que respira por el arte.