OPINIÓN PAMELA CERDEIRA

El fenómeno de la licencia de manejo

Ese ejemplo, el de la licencia de manejo en la Ciudad de México, es como este gobierno ha manejado casi todo. ¿Hay niños y adolescentes siendo copiados por el narco? ¡Démosle dinero a los niños para que sigan estudiando!

Licencia de conducir en la CDM X en el 2007 (Imagen ilustrativa).
Licencia de conducir en la CDM X en el 2007 (Imagen ilustrativa).Créditos: Cuartoscuro
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Un auto puede ser un arma mortal. Creo que cualquiera que quiera manejar uno, debería haber sido antes ciclista, y conocer a la perfección el reglamento de tránsito, además de haber adquirido ciertas habilidades que van más allá de acelerar e ir en reversa.

Recuerdo muy bien aquellas épocas en las que las oficinas para sacar la licencia de manejo eran el paraíso de la corrupción en la Ciudad de México, en aquel entonces se requería pasar un examen, bueno, el requisito del examen encarecía el proceso de corrupción, para tener la licencia, se requería pagar por ella, no importaba siquiera si se tenía la edad necesaria para manejar.

La corrupción era tal, que la licencia dejó de ser aceptada como una identificación oficial. ¡Una identificación que entrega una autoridad, no aceptada por ninguna otra autoridad! Eso tendría que haber sido un escándalo. Así que la solución fue dejar de hacer exámenes de manejo.

Ese ejemplo, el de la licencia de manejo en la Ciudad de México, es como este gobierno ha manejado casi todo. ¿Hay niños y adolescentes siendo copiados por el narco? ¡Démosle dinero a los niños para que sigan estudiando! Bien por las becas, pero en alguna propuesta estaba siquiera la idea de garantizarles seguridad como para que seguir estudiando fuera una opción. Además las becas no tienen nada que hacer frente a los billetes del crimen organizado, insisto, cuando eso es una opción. Tal ha sido el nefasto resultado que cada vez son más los menores de edad utilizados por el crimen organizado, son soldados desechables de una guerra sin frontera entre los buenos y los malos. 

Lo mismo sucede en la discusión de la prisión preventiva oficiosa. Los argumentos del gobierno federal dejan ver la nula intención de fortalecer a ministerios públicos, fiscalías y fuerzas policías. El presidente sabe que las liberaciones se deben a carpetas de investigación mal integradas, en lugar de pedir que eso se haga bien, mejor pedimos que sí o sí esperen en prisión su proceso.

Evitar que los jueces sean víctimas de “amenazas o corrupción”, no teniendo sistemas de seguridad que los protejan o jueces honestos, sino quitándoles de las manos la posibilidad de definir si el detenido requiere o no prisión preventiva. Bajo este argumento mejor quítenles toda facultad a los jueces, ahórrense el juicio. Supongo que desde ese argumento, tampoco se tiene resuelto el problema de las amenazas o la corrupción a la hora de emitir sentencias. 

En fin, la política que reina es la de limpiar la casa por donde ve la suegra. Soluciones temporales, estéticas, complacientes con el “gran público”, incapaces de resolver problemas de fondo y sin visión a mediano y largo plazo. 

Soluciones como las personas que las piden implantar, buenas para nada.

Total, no es nada, no hay que exagerar, es solo darle una licencia a alguien que no sabe manejar.