CDMX

(Re)crear la ciudad

La historia como la crónica nos ayudan para conocer y habitar las ciudades; al recorrerlas es probable que las conozcamos, pero al vivirlas seguramente las descubrimos y describimos.

Ciudad de México.
Ciudad de México.Créditos: Ilustrativa / Pixabay
Escrito en OPINIÓN el

Es lugar común decir que las ciudades se integran de dos dimensiones: la objetiva y la subjetiva. Es decir, lo que es y lo que se percibe de ella. La historia como la crónica nos ayudan para conocer y habitar las ciudades; al recorrerlas es probable que las conozcamos, pero al vivirlas seguramente las descubrimos y describimos. Ejercicio emocional de quienes buscamos pertenecernos a un sitio, un espacio y asirnos a una raíz que nos dé identidad.

La Ciudad de México, la inconmensurable e inabarcable, la destruida y reconstruida, la inventada y recreada por sus cronistas y compositores. Es la que nos asiste y nos expulsa, nos recibe y nos reclama su sitio en nuestra memoria. Cada quien tiene una ciudad objetiva y subjetiva, a la que responde y habita nuestros instintos, emociones y odios. Nos contiene con nuestras propias experiencias, miedos, dolores, afectos y asombros. Es geografía, escenario y personaje cómplice de nuestras hazañas o pericias. Es la ciudad, la de los lagos desecados, de los palacios, los rascacielos y el milagro urbano.

¿Qué hace posible un largo relato, un prolongado suspiro narrativo de esta ciudad que no se agota?... Desde los códices; los relatos de indias; las crónicas de los frailes conquistadores; la cartografía de los alarifes que trazaron la ciudad colonial; la poesía barroca de la monja jerónima, el archivo de Sigüenza, la crónica decimonónica, los documentos porfirianos, las caricaturas maderistas, la prensa magonista, la fotografía de Ramos de la ciudad moderna; la pluma inquietante de Novo, la poesía de Villaurrutia, la novela imprescindible de Fuentes; los cuentos de Ibargüengoitia, crónica urbana del caos ritual de Monsiváis, la mirada refinada y casi poética de Villoro… Los relatos objetivos y subjetivos que reúnen las dimensiones del mismo escenario: la ciudad de México, el antiguo Valle del Anáhuac, la colonial capital novohispana o la poderosa Tenochtitlan, todas caben en ese portentoso sitio de las nostalgias, escenario de las multitudes, lugar de los asombros y las relecturas memoriosas del tezontle y la cantera labrada: el Centro Histórico.

Es la ciudad personaje, escenario, relato y emoción o motivo que desde hace 9 años semanalmente provoca, motiva, demanda ser el eje de conversación en El Cocodrilo, espacio que hoy llega a su noveno aniversario, con la certeza que su enorme presencia narrativa nos lleva a celebrarla, recrearla y agradecerle los motivos de revisitarla en complicidad con los viajeros radiofónicos. A ellos, a ustedes lectores –prolongación del espacio radial– les agradezco estas 474 emisiones en que hemos sido testigos de las demasiadas cosas que le pasan y nos pasan en la ciudad, con la ciudad y por la ciudad de México.

Esas demasiadas cosas y momentos que la ciudad nos regala como motivo y noticia, como tema y revelación, no es sino una parte biográfica de nuestras vidas. No somos nosotros los que hacemos la ciudad, es ella la que vital, nos regala experiencias, conocimientos, historias, sitios y emociones. Al recrearla nos describimos, nos definimos y retratamos esas dos dimensiones de la ciudad: la objetiva y subjetiva. Eso es justo, lo que nos ha dado 9 años de viajar en El Cocodrilo… ¡GRACIAS! Así con mayúsculas.

Abramos la discusión: @salmazan71