JERUSALEN

La policía israelí ataca a palestinos en Al Aqsa durante Ramadán

En una de las celebraciones más importantes, la violencia en contra de los palestinos no se detuvo.

Atacaron a palestinos en pleno Ramadán/ Fotos: PixabayCréditos: Pixabay
Escrito en OPINIÓN el

El viernes pasado la policía israelí irrumpió en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén y atacó a los miles de fieles que rezaban, lo que dejó a más de 150 palestinos heridos, entre ellos periodistas y paramédicos. El mes del Ramadán va a la mitad y es bien sabido que, durante este mes sagrado para los musulmanes, el régimen israelí aumenta su violencia, sin embargo, los niveles de violencia observados este año y el pasado han sobrepasado los de años anteriores.

En 2015, parte de mi estancia en Palestina coincidió con el mes de Ramadán, en esos días recibí invitaciones para romper el ayuno con mis amigos y sus familias. En general, durante ese mes se vive un ambiente festivo, de convivencia y de más cercanía entre las familias y las comunidades; pero también me decían varias personas que durante el mes de Ramadán el régimen israelí aumenta su violencia.

Nablus, la ciudad donde viví unos meses de aquel año 2015, tiene como religión mayoritaria el islam, aunque hay una minoría cristiana y es posible encontrar algunas iglesias. Una noche de Ramadán, el sacerdote de una de las iglesias coordinó una cena para romper el ayuno en el patio de la iglesia para la comunidad musulmana. Lo que quiero ilustrar con esto es que musulmanes y cristianos (también judíos) conviven y han convivido de manera armónica en Palestina, por lo que es un error creer que el mal llamado conflicto palestino-israelí se trata de un conflicto religioso, aunque Israel sí aprovecha los eventos religiosos para desplegar su poder sobre los palestinos a través de la violencia.

En este sentido, la violencia israelí se ha hecho presente una vez más durante Ramadán. La costumbre dicta que los viernes los musulmanes deben de congregarse en la mezquita para rezar y, durante este mes sagrado, los palestinos estilan rezar de forma multitudinaria en la mezquita de Al Aqsa, sin embargo, la policía israelí decidió atacar, por segundo año consecutivo, a los fieles durante los rezos en su recinto sagrado.

En días pasados circularon varios videos de cómo la policía israelí lanzó gas lacrimógeno, disparó balas recubiertas de goma, golpeó de forma indiscriminada a hombres, mujeres, ancianos periodistas y paramédicos y arrestó a varios fieles que se defendían a sí mismos y a su recinto sagrado con lo que tenían a la mano. Fue sonado el caso de Ahmad Tamimi, quien perdió un ojo a causa de un disparo, también circuló el video de un padre siendo golpeado frente a su hijo aterrorizado mientras éste intenta calmarlo.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Eye On Palestine (@eye.on.palestine)

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Middle East Monitor (@middleeastmonitor)

Varios medios alrededor del mundo cubrieron la noticia, sin embargo, sus encabezados no reflejan la realidad. En la mayoría de estos se refieren a "enfrentamientos", cuando en realidad la situación fue que los fieles u2013hombres, mujeres, niños y ancianosu2014 fueron víctimas de la brutalidad policiaca israelí en un recinto sagrado mientras rezaban. Esta brutalidad policiaca responde a la brutalidad de todo un régimen. De hecho, como he mencionado en otros artículos, organizaciones internacionales de derechos humanos han catalogado al régimen israelí contra los palestinos como apartheid.

Y fue precisamente la brutalidad con la que la policía israelí atacó a los fieles en Al Aqsa el año pasado lo que detonó la guerra en Gaza; de seguir estos niveles de violencia, podríamos estar ante una nueva guerra. Mientras tanto, corresponde a los periodistas alrededor del mundo contar la realidad y no dejarse engañar por "narrativas oficiales" ya que, como menciona el poeta y activista palestino Mohammed El-Kurd: "los informes a menudo omiten el desequilibrio de poder en juego