OPINIÓN SERGIO ALMAZÁN

La incomodidad de la FIL

El director del Fondo de Cultura Económica se pasea por los pasillos de la FIL y acude a eventos sociales propios de los sellos editoriales.

Feria Internacional del Libro de Guadalajara
Feria Internacional del Libro de GuadalajaraCréditos: EFE
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La Feria Internacional del Libro de la ciudad de Guadalajara (FIL) no es el mejor sitio para los políticos: algunos se sienten incómodos, otros rebasados por las propias propuestas intelectuales e incluso por las preguntas de los reporteros como le ocurrió
aquel 2011 al entonces candidato Enrique Peña Nieto quien no pudo referir correctamente tres títulos; al actual gobernador de esa entidad Enrique Alfaro no sólo le incomoda sino que arremete contra su organizador y ha mantenido una frontal guerra contra Raúl Padilla y los organizadores ante el manejo de los presupuestos.

A esta incomodidad por la FIL se suma el presidente Andrés Manuel López Obrador quien ha señalado que se trata de un “foro de conservadores” y ha ordenado que nadie de su gabinete habla, comente o escribas tuits a favor del encuentro editorial, literario y de escritores más importante en lengua en español.

Excepto del director del Fondo de Cultura Económica quien se pasea por los pasillos de la FIL y acude a eventos sociales propios de los sellos editoriales, así como a escuelas y comidas con autores y editores, todos los demás funcionarios del gabinete y
círculo cercano del gobierno federal tienen prohibido mencionar la FIL si no es para desdeñarla. Tal como ocurrió con los medios de comunicación públicos como canal 22, 11 y 14 quienes no enviaron como lo hacían hasta 2018 a la cobertura y transmisión de
programas y eventos, encuentros y charlas de escritores y temas de interés nacional con los autores que asisten a este encuentro editorial año con año. A los reporteros, titulares de informativos o conductores de programas que se dicen culturales la orden fue clara “de la FIL no se habla, no se cubre, no se reporta”.

Eso explica el mutis que en los espacios como incluso en las cuentas personales de titulares de espacios de los llamados canales “culturales del país” hayan ignorado, despreciado y mantenido en total desinformación a sus audiencias sobre la presencia de
analistas internacionales, escritores y expresiones del arte de otros países y del nuestro en materia de literatura y política. Aquellos que se dicen promotores, difusores, defensores y se autonombran paladines de los valores culturales del país, guardaron silencio, evitaron y prohibieron a sus reporteros asistir a la FIL por órdenes de allá arriba (sic) según se comentan entre los asiduos y grupos de colegas en los pasillos.

Mientras en el antiguo Salón de Tesorería de Palacio Nacional, el presidente López Obrador hace alarde de libertad de expresión, pluralidad y ser un amante de la cultura nacional y gran promotor de los valores históricos, desdeña y descalifica lo que no está de
acuerdo a sus ideales, como el propio Muñoz Ledo llamó “absolutista, oscurantista y que hay Führer de Tabasco”; contradice lo que sostiene como política democrática, secundado por su gabinete cercano y ampliado como son los representantes de las
propias comisiones culturales en las cámaras y los directivos de los medios públicos que no representan pluralidad, equidad ni política de inclusión y diversidad de contenidos.

Silencio y desdén dirigido desde la alta esfera de sus directivos que tienen tomados los medios. ¿Cuál es la política cultural de este gobierno?... reducido al complimiento caprichoso de los intereses ideológicos del habitante de Palacio Nacional, la vida cultural, intelectual del país se acota en los silencios que expresan y dicen más del perfil autoritario de quien la descalifica y de sus voces obedientes. La FIL como todo pensamiento crítico es incomodad y apelemos a defender la pluralidad y la incomodidad que construya una democracia evidenciando que los servidores públicos no nos sirven. Abramos la discusión: @salmazan71