¿Llegará la transformación al IPN?

De la tinta de Arturo Barba.

Escrito en OPINIÓN el

Sin lugar a dudas, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) constituyó el proyecto científico y tecnológico más importante del México postrevolucionario. Bajo la guía del general Lázaro Cárdenas conformó la política tecnológica y educativa más ambiciosa, orientada a impulsar los avances científicos, el desarrollo tecnológico y la innovación al servicio del país.

De ahí su lema: "La técnica al servicio de la patria", cuyo motor implica no solo el uso del conocimiento y su aplicación como palancas de crecimiento, sino como la mejor herramienta para interpretar de manera adecuada la realidad y transformarla, que cobra mayor relevancia en una nación multicultural, desigual y compleja como México.

Ese ambicioso proyecto fue emprendido hace 84 años y lo colocó en una posición fundamental de la educación, el desarrollo tecnológico y científico de nuestra nación, desde las bases de la población más pobre de todos los rincones del territorio nacional.

El proyecto revolucionario cardenista ha llegado a la madurez, sin embargo, décadas de gobiernos corporativos y corruptos priístas y panistas siguen percibiendo a la segunda institución educativa más importante de nuestra nación como una institución de párvulos, de ciudadanos de segunda clase. Se concibe a una comunidad de más de 300 mil estudiantes, académicos y científicos, como incapaces de decidir el rumbo de su propia institución.

De ahí que la antigua práctica "del dedazo", baluarte de la rancia cultura priísta, siga siendo la manera en que se decide el rumbo de esta institución. Nada más antidemocrático que eso. Vieja práctica que impide a la propia comunidad dirigir su propio destino, rito que elimina la posibilidad de tomar sus propias decisiones.

De esta manera, como ha ocurrido 21 veces, el Secretario de Educación Pública o el Presidente de México, decidirá en estos días quién será el próximo director general del Politécnico.

En las últimas décadas las decisiones han sido más que desafortunadas: quienes han dirigido el destino de esta institución son personas con nulo conocimiento de la ciencia y la tecnología. Sin experiencia en la enseñanza y la educación tecnológica.

Tras el ingeniero Eugenio Méndez Docurro, quien dirigió la institución de 1959 a 1962, una larga lista de burócratas cuyo máximo logro ha sido la pleitesía servil al poder político han ocupado el cargo de director general. Casi ninguno de ellos se ha preocupado por continuar el legado cardenista de la institución. Sin la mínima idea de lo que son la ciencia, la tecnología y la educación con los máximos estándares de calidad.

Una de las instituciones educativas y científicas más importantes no solo de México sino de América Latina ha perdido año con año presencia e impacto.

A nivel científico ha sido rebasado por instituciones como el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV), la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de Guadalajara, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Autónoma del Estados de México y otras más.

A nivel nacional, dejó de ser la institución "rectora de la educación tecnológica". Ese papel pasó a ser del Tecnológico Nacional de México y del conjunto de universidades tecnológicas creadas duante el sexenio de Felipe Calderón.

En cuanto a la formación de emprendedores, cradores y tecnólogos capaces de formar empresas de base tecnológica y de patentes, ha sido superada por instituciones y universidades privadas como el Tecnológico de Monterrey y el ITAM.

En cuanto al número de científicos de la máxima calidad, es la de menor número de investigadores de nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores entre las 10 primeras instituciones. La eficiencia terminal a nivel licenciatura y posgrado no ha crecido significativamente en los últimos 20 años.

La medianía científica ha sido reflejo inversamente proporcional de la mediocridad de quienes han dirigido la Institución.

El politécnico no ha sido dirigido por ningún científico, ni tecnólogo ni creador de instituciones científicas de alto nivel desde hace casi 60 años. Esto ha ocasionado que el potencial académico de su enorme y comunidad integrada por más de doscientos mil estudiantes no se potencialice, que no se aproveche para beneficio del país.

A pesar de ser la segunda institución educativa más grande del país tiene menos de mil 300 investigadores y el promedio de edad de sus científicos es mayor a los 60 años. El IPN necesita incorporar jóvenes científicos de alto nivel; requiere crear nuevos centros de investigación; ampliar su oferta educativa en todo el país; impulsar la cultura tecnológica y científica; y retomar su vínculo con el sector productivo. Todo esto se perdió en el laberinto de los cortesanos del poder que han dirigido la institución.

¿Llegará la cuarta transformación al IPN? Para ello se requeriría un científico o tecnólogo de reconocimiento no solo nacional sino internacional; una persona de cepa politécnica; una persona crítica, autocrítica y propositiva. Alguien que no dependa del poder político ni que esté al servicio de los poderes fácticos, sino que se preocupe por recuperar el legado que le dio origen al politécnico. Una persona que pueda proyectar al IPN hacia el siglo XXI y lo saque del oscurantismo burocrático en el que se encuentra inmerso.

Pocos reúnen ese perfil y sin duda alguna se requiere un científico del más alto nivel nacional e internacional. Uno de los nombres más sonados y que más aprecia gran parte de la comunidad politécnica es Octavio Parede López. Su mérito es muy amplio, por ejemplo, recibió el premio de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo; el Premio International WK Kellog; el Premio Nestlé; la Orden Nacional al Mérito de la República Francesa; el Premio Nacional de Ciencias; el Premio Nacional de Química; el Premio Nacional al Mérito en Ciencias; la Presea Lázaro Cárdenas como Investigador y Egresado Distinguido del IPN, entre otros.

Fue cofundador y director de la Unidad Irapuato del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN; doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad Autónoma de Querétaro y la Universidad de Manitoba, Canadá. Es investigador Emerito del Sistema Nacional de Investigadores y del CINVESTAV-IPN; fue Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; Miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México; y director del Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM en la Universidad Sorbonne, en París, Francia.

Ha publicado más de 300 artículos y revisiones científicas, 6 libros, 141 artículos de divulgación en México, Estados Unidos y Francia. Ha graduado 119 estudiantes de doctorado, maestría y licenciatura.

Es cuestión de horas. Pronto sabremos si la cuarta transformación apostará por más de lo mismo y mantener el mediocre legado prianista, o decidirá recuperar el brillo perdido del IPN capaz de enaltecer su lema: La técnica al servicio de la patria.

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