Nuevo León es la cuna del béisbol en México, y no es para menos, pues en sus tierras se formó la que oficialmente es la primer liga profesional del deporte.
Es en la Sultana del Norte, donde leyendas han despegado o aterrizado, marcando un hito en la historia pelotera de los equipos locales.
Una de las historias que más enaltecen al deporte, no solo en Monterrey, sino en el país completo y el mundo, es sobre Los Industriales, que dominaron la Serie Mundial de las Ligas Pequeñas, viniendo de la nada para llevarse todo.
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Inicio
En la década de los cincuenta, la efervescencia del béisbol en Monterrey dio origen a una idea audaz: la creación de una liga infantil conformada por cuatro equipos, destinada a los hijos de los trabajadores de las minas, refinerías, fábricas de botellas y tuberías. Sin embargo, la pasión por el juego no podía ser contenida, y un grupo de 14 intrépidos jóvenes decidió adelantarse al plan trazado, asumiendo la representación de todas las facciones y marcando así el nacimiento de un equipo que se convertiría en leyenda.
Estos jovencitos, llenos de entusiasmo y urgencia por jugar béisbol, desafiaron las expectativas y comenzaron a competir en los torneos regionales con el nombre de Industriales. Este equipo, conformado por hijos de empleados de diversas industrias, rápidamente se ganó un lugar destacado en el corazón de la comunidad beisbolera de Monterrey.
Gracias a su tenacidad y pasión por el juego, además de destacar en sus actuaciones, los Industriales obtuvieron una invitación para jugar en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, torneo que se llevaría en Estados Unidos, por lo que rápidamente comenzaron los preparativos para ir a competir, aunque nadie apostaba ni un centavo por ellos.
Los jóvenes llegaron con una visa exprés con la que pretendían jugar y regresar, sin embargo, tras vencer en cinco torneos regionales en Texas, los Industriales llegaron a la semifinal, donde superaron a Connecticut con un marcador de 2-1, asegurando su boleto para la final contra el equipo representante de la Región Oeste, La Mesa, California.
Llegada a Williamsports
En un memorable 23 de agosto de 1957, el equipo de la Liga Pequeña Industrial de Monterrey escribió un capítulo imborrable en la historia del béisbol mexicano al lograr un hito sin precedentes en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas. Ángel Macías, el lanzador estrella de los Industriales, lideró a sus compañeros en una actuación magistral que culminó con la conquista del título y la ejecución del primer y único juego perfecto registrado en una final de este prestigioso torneo.
El enfrentamiento decisivo, celebrado ante una audiencia de 10 mil espectadores en Williamsports, Pennsylvania, se convirtió en un duelo épico de pitcheo. Ángel Macías, lanzando magistralmente desde el montículo, retiró a sus rivales uno tras otro, estableciendo un juego perfecto que llevó a la novena mexicana a la victoria.
En la quinta entrada, Monterrey anotó cuatro carreras que sellaron el destino del juego. A pesar de los intentos del equipo californiano por remontar, Macías regresó al montículo en la última entrada, enfrentando al último bateador con una cuenta desfavorable de 3-0. Sin embargo, con dos strikes consecutivos, aseguró el último out con un impresionante ponche, sellando así la victoria y el título para México.
El lanzador zurdo y diestro, Ángel Macías, protagonizó una actuación memorable al retirar a 11 de los 18 bateadores por la vía del ponche. Desde su debut en el torneo regional en McAllen, Texas, hasta el juego por el título, la novena mexicana acumuló un total de 12 triunfos, demostrando su indiscutible dominio en el terreno de juego.
El roster de Monterrey en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas de 1957 incluyó a jugadores como Ricardo Cantú, Baltazar Charles, Jesús Contreras, Alfonso Cortez, Francisco Dávila, Gerardo Elizondo, Rafael Estrello, Ángel Macías, José Maiz, Roberto Mendiola, Mario Ontivero, Fidel Ruiz, Enrique Suárez, Norberto Villarreal, César Faz, y José González.
Recordados por la historia
La hazaña lograda por los Industriales no quedó olvidada, pues en 2010 se estrenaría una película inspirada en la legendaria participación regiomontana titulada El Juego Perfecto.
Este logro sin igual de los jóvenes talentos mexicanos no solo marcó un triunfo deportivo, sino que trascendió fronteras al convertirse en la primera novena no estadounidense en ganar el título de la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, dejando un legado imborrable en la rica historia del béisbol mexicano.