A solo un día de su elección como pontífice, el Papa León XIV enfrenta uno de los debates más complejos de la Iglesia contemporánea: la ordenación de mujeres como sacerdotes.
Aunque aún no ha hecho una declaración oficial como papa, cuando era cardenal Robert Prevost ya había anticipado su postura. En octubre de 2023, durante el Sínodo de la Sinodalidad, afirmó que “ordenar mujeres no necesariamente soluciona un problema. Podría generar un nuevo problema”.
Más adelante, señaló que este tema no debe abordarse desde una lógica de poder, sino desde la fidelidad a la tradición de la Iglesia y al modelo de Cristo.
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¿Qué dice la Iglesia sobre el sacerdocio femenino?
La Iglesia Católica sostiene que no tiene autoridad para ordenar mujeres, y esta enseñanza se apoya en tres pilares fundamentales.
El primero es el ejemplo de Cristo, quien eligió solo a hombres como apóstoles, a pesar de la cercanía y fidelidad de muchas mujeres. El segundo es la tradición ininterrumpida de la Iglesia, que nunca ha ordenado mujeres sacerdotes.
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Y el tercero es el Magisterio, que reafirmó esta doctrina en 1994 con la carta Ordinatio Sacerdotalis, en la que san Juan Pablo II declaró que “esa puerta está cerrada” y que esta enseñanza debe ser mantenida por todos los fieles.
Además, la Iglesia explica que el sacerdocio ministerial no es un derecho basado en la igualdad, sino una vocación divina. Hombres y mujeres tienen la misma dignidad bautismal, pero roles distintos dentro de la comunidad de fe y de la misión salvífica de la Iglesia.
El Papa León XIV, que ha mostrado sensibilidad pastoral pero firmeza doctrinal, parece continuar con esta enseñanza. Por eso, tras su elección, resurge una pregunta clave: por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes de la Iglesia Católica, y qué caminos existen para una participación activa de ellas sin alterar lo que la Iglesia considera voluntad divina.