Macron cede ante presión de los "chalecos amarillos" (VIDEO)

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, realizó una subida del salario mínimo, varias reducciones de impuestos y la renuncia a la tasa ecológica sobre el carburante.

Escrito en MUNDO el

El presidente franc\és, Emmanuel Macron, que presum\ía de mantener contra viento y marea el rumbo de su pol\ítica, dio a torcer su brazo por vez primera ante la presi\ón de las protestas, en ocasiones de inusitada violencia, de los “chalecos amarillos“.

Ajeno a la presi\ón de la calle contra sus reformas del mercado laboral o el sector ferroviario, Macron tuvo que ceder ante una protesta heterog\énea, sin l\íderes ni claras reivindicaciones, que sell\ó el final de la luna de miel que el presidente m\ás joven de la historia de Francia hab\ía iniciado en 2017 con sus ciudadanos.

Lo que no consiguieron los sindicatos y partidos de la oposici\ón lo logr\ó un grupo carente de l\íderes, ajeno a las estructuras tradicionales, que algunos han comparado a la aventura con la que Macron revolucion\ó el paisaje pol\ítico del pa\ís con un partido nuevo al margen de los tradicionales.

Nacido como un movimiento de protesta contra el alza de los precios del combustible, fue acaparando el descontento de las provincias frente a las grandes ciudades, para convertirse en un contenedor de reivindicaciones variopintas.

Incansables, las manifestaciones cobraron un cariz violento que, sin embargo, no le hizo perder respaldo popular, lo que acab\ó por convencer a Macron de que la respuesta ten\ía que estar a la altura del reto planteado.

Acorralado en el El\íseo, en los niveles m\ás bajos de popularidad desde su llegada al poder en mayo de 2017, Macron se vio obligado a virar en su pol\ítica en un intento casi desesperado por acallar el descontento.

La subida del salario m\ínimo, varias reducciones de impuestos y la renuncia a la tasa ecol\ógica sobre el carburante fueron el primer retroceso del presidente en el programa ambicioso con el que pretende cambiar el pa\ís de arriba abajo.

Macron asumi\ó que proyecta la imagen de un pol\ítico distante de sus ciudadanos, sordo a sus problemas, demasiado pendiente de encarnar el \éxito, sin darse cuenta de que no todos se aprovechan de \él.

“No he logrado reconciliar al pueblo franc\és con sus dirigentes”, confes\ó el presidente justo antes de que cristalizara el descontento de los “chalecos amarillos”.

Las an\árquicas protestas, los cortes de carreteras, los disturbios en c\éntricas calles de Par\ís y otras grandes ciudades acabaron por convencerle que solo su imagen joven y din\ámica no servir\ían para arrastrar al pa\ís.

Al contrario, le estaban sumergiendo en el abismo de los sondeos del que no lograron salir sus dos antecesores, incapaces de elevarse por encima de la brega pol\ítica partidista y que no renovaron su mandato.

Los “chalecos amarillos” fueron la gota que colm\ó el vaso de un a\ño en que el presidente ha visto declinar su buena estrella.