OPINIÓN LUIS ANTONIO DURÁN

'Deeper Well': Un manantial de vida fresca

Luego de enamorarse en “Golden Hour” y divorciarse en “star-crossed”, ahora en “Deeper Well” encuentra un nuevo manantial de vida y felicidad para seguir adelante.

Créditos: EFE.
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Un mensajero llega desde el cielo: un cardenal entre las ramas y la luz del amanecer. Un amigo o un familiar la acompaña con su canto; vino a advertirla del futuro, de los cambios que se avecinan. Sin embargo, al igual que él, su espíritu, debe dejarlo volar hacia el cielo para enfrentarlos. Soltar para vivir.

Kacey Musgraves regresa con su sexto álbum de estudio “Deeper Well”, en el que a través de 14 canciones reflexiona sobre su propio “Retorno de Saturno”. Imprime en sus letras la madurez que ha adquirido después de los 27 años: aquellas cosas que se desvanecen, destruyen o simplemente se pierden, así como las que nacen, llegan y aparecen en su lugar.

Luego de enamorarse en “Golden Hour” y divorciarse en “star-crossed”, ahora en “Deeper Well” encuentra un nuevo manantial de vida y felicidad para seguir adelante. Kacey toma su amiga guitarra para cantar su corazón, como lo hizo desde el inicio de su carrera hace más de 20 años. Reconoce que las personas y los sentimientos, al igual que las estaciones, vienen y van; es parte de su naturaleza morir para seguir creciendo. Encontró en su propio corazón el pozo de luz que persistirá el resto de su vida, pero sólo si lo cuida.

“Hacer el desayuno, hacer el amor, de esto están hechos los sueños”, susurra Kacey en “Too Good to be Truth”, en su intento por abrirse nuevamente al amor. Tras la tormenta de la separación, Kacey protegió con murallas de piedra su corazón; sin embargo, los besos de un nuevo querer son más fuertes. El tiempo no perdona, y un abrazo puede ser tan efímero como decir un “por siempre”. Que el sueño no sea tan hermoso, para que al despertar siga siendo real. Que valga la pena caer de nuevo por el destello de unos ojos.

Kacey reúne a sus amigos alrededor de una fogata en “Dinner with Friends”. Les canta qué hay de nuevo, a dónde ha ido, qué ha visto y, sobre todo… él. Les platica los detalles mágicos de encontrar un amor: su ropa al lado de la suya, la forma de su nariz, la forma en que habla, su olor. Enumera todo lo que extrañará si un día ya no está, ella o él; todo lo que vale la pena sentir, antes que el tiempo lo devore. 

Pues en cada objeto de la naturaleza está la grandeza de algo tan mágico y misterioso como la vida misma. En “The Architect”, Kacey da un paseo por el bosque; cuestiona el porqué de la belleza de una manzana y la tragedia de un incendio. ¿Es todo producto de la casualidad o existe un plan maestro? ¿Ella crea la vida que mueve sus pies sobre el pasto, o es un momento creado por el gran Arquitecto? ¿Cómo pudiera hablar con él? ¿Acaso existe? Miles de preguntas y un sólo susurro de viento.

Kacey intenta dejar atrás los pensamientos de piedra que la atan al suelo. En “Sway”, toma la mano de un nuevo amigo, aquel que la ayude a fluir con el viento. Depende de ella dejar de correr sin rumbo, como un perro asustado, y dejarse guiar por el aire hacia la libertad de volar. Los días, los meses, los años, se siguen acumulando, como piedras en un río, pero el agua sigue fluyendo, como las notas de una guitarra galopante. Kacey se ha convertido en el viento de su propia voz; encontró la fuente de su propia felicidad, una más profunda, que llena de vida su porvenir.